Por: Ing. Carlos Gaston Romero, MBA, Msc, DBA
Difícil es hoy día utilizar la palabra “globalización” sin evocar sentimientos encontrados. Un mundo dividido por el fanatismo religioso, ideologías, discriminación, desconfianza, pareciera que el mundo de hoy está más fragmentado que toda su historia previa. Sin embargo, el proceso de globalización se expande inexorablemente; las naciones se empeñan en remover los obstáculos al libre flujo de bienes y servicios; el comercio y las operaciones internacionales continúan su extraordinario crecimiento.
El comercio mundial de bienes y servicios creció, según la Organización Mundial del Comercio (WTO por sus siglas en ingles), del 2005 al 2014, de $13,025 billones a $23,874 billones de dólares, casi el doble; aun y cuando según Roberto Azevedo, director general de la OMC
“En los últimos años el crecimiento del comercio ha sido decepcionante, debido en gran medida a la prolongada atonía del crecimiento del PIB mundial después de la crisis financiera. Según nuestras previsiones, va a continuar la lenta recuperación del comercio, pero esta tendencia podría verse fácilmente debilitada, habida cuenta del crecimiento económico todavía frágil y las constantes tensiones geopolíticas…El comercio puede ser un instrumento de política poderoso para potenciar el crecimiento económico y el desarrollo. Eliminando las medidas proteccionistas, mejorando el acceso a los mercados, evitando políticas que distorsionen la competencia y procurando acordar reformas de las normas del comercio mundial, los gobiernos pueden impulsar el comercio y aprovechar las oportunidades que este ofrece a todos.”
Volumen de comercio mundial 1980 -2010.
Fuente: International Monetary Fund. IMF
No cabe la menor duda que los gobiernos – a juzgar por la cantidad de tratados de libre comercio, de tratados unilaterales, el accionar de las organizaciones unilaterales, entre otros – continuaran con las acciones necesarias para fomentar el crecimiento del comercio internacional, a largo plazo, la “globalización” es de beneficio para todos.
Las empresas se ven forzadas a globalizarse por diversas razones: mercados locales saturados, incrementar las ventas, adquisición de tecnología, adquisición de recursos, atenuar riesgos y la amenaza de la competencia extranjera. Esta expansión de operaciones a través de fronteras, de culturas, de ámbitos políticos y jurídicos, en conjunción con todos los avances tecnológicos, ciertamente requiere un tipo diferente de talento humano, y de una nueva manera de explotarlo eficientemente.
El éxito de las empresas depende de un claro entendimiento de este nuevo clima en los negocios internacionales, un clima de agresiva y voraz competencia, donde solo sobrevive el más apto.
Los tradicionales esquemas de organización multinacional, internacional o de compañía global no se adecúan apropiadamente a las nuevas realidades, las empresas hoy día necesitan redefinirse como transnacionales que integran el eficiente uso de activos, recursos y su talento humano a través de las fronteras. Forman equipos a tres niveles de especialización: el gestor de negocios, el gerente local y los gestores funcionales (con el soporte de diversos especialistas según las necesidades).
Esta triada de ejecutivos con diferentes perspectivas provee el balance apropiado para que las empresas puedan elaborar sus estrategias de potencial, de competencias: eficiencia y competitividad a nivel global; flexibilidad y respuesta rápida a nivel local; y la capacidad de apalancar este conocimiento a través de los diferentes mercados internacionales. La responsabilidad, hasta podríamos decir única, de estos ejecutivos es alcanzar la eficiencia y competitividad requerida a nivel global, lo que no solo requiere reconocer oportunidades y riesgos a través de las fronteras pero también requiere de la destreza de coordinar las actividades y enlazar las competencias a través de estas.
En conclusión, el ejecutivo global debe de capturar en su totalidad los beneficios de un conjunto de operaciones integradas globalmente., para ser efectivo debe de servir como estratega, como arquitecto de los recursos globales, y como coordinador de las transacciones internacionales. La limitante más perniciosa para la competitividad de la transnacional es la disponibilidad del talento humano, ese talento flexible, multi-cultural, con destrezas y competencias múltiples, con el conocimiento y la sofisticación para poder operar en un ambiente entrelazado y menos jerárquico, y con la imaginación suficiente para darle rienda suelta. Es necesario definir las habilidades que el ejecutivo global necesita desarrollar hoy para ser el líder efectivo del futuro. El drástico cambio promovido por la globalización, de empresas centradas en un país a empresas globales, tendrá un impacto radical en el desarrollo de los líderes del futuro, no se trata de ser “inteligente”, de poseer un alto coeficiente intelectual, sino de también poseer un alto nivel de inteligencia emocional y cultural.
El Profesor William George de Harvard Business School, ex CEO de Medtronics Corp. propone las siguientes características:
1) un claro entendimiento del contexto global de los negocios, es decir, la habilidad de comprender cuan complejo es hacer negocios en este mundo globalizado;
2) la capacidad de desarrollar simultáneamente tanto una perspectiva local como global, esto suena más fácil de lo que en realidad es, ya que es casi imposible adquirir estas perspectivas sin haber tenido la experiencia de haber vivido en diferentes partes del mundo;
3) la habilidad de sobreponerse al pensamiento dominante de la casa matriz. Esto requiere una buena dosis de empatía intercultural, y una sincera pasión por la diversidad en las experiencias que la vida presenta, es decir, un insaciable apetito por aprender sobre otras culturas;
4) un gusto en participar en equipos de trabajo multiculturales. Se necesita aprender a sentirse cómodo con miembros de otros países, digo aprender ya que requiere cierta madurez en obtener el respeto y la capacidad de sacarle lo mejor al colega;
5) muy seguro de sí mismo y de sus propósitos, para poder empoderar a otros;
6) la habilidad de desarrollar redes de negocios tanto internas como externas, la capacidad de migrar del tradicional esquema gerencial vertical hacia uno horizontal.
La recomendación final del profesor Williams es que la preparación del ejecutivo global debe de incluir vivir y trabajar en un país con un lenguaje diferente al propio. Lord Byron decía, con mucha razón, que no hay mejor escuela que viajar, sin embargo, las tecnologías de la información nos proveen la oportunidad de “viajar” a lugares lejanos y es por allí donde debemos empezar.